lunes, 28 de octubre de 2013

Manuel Castells: “El cambio está en la mente de las personas”


Manuel Castells: “El cambio está en la mente de las personas”

 

 

El sociólogo español, experto en movimientos Network, dice que las protestas en Brasil y en todo el mundo crean un nuevo espacio público para romper con la política tradicional. 

Cuando el sociólogo español Manuel Castells, aterrizó en Sao Paulo a principios de junio para participar en la serie de los límites del pensamiento, las protestas contra el gobierno y los políticos se intensificaron en todo el Brasil. Parecía una coincidencia. Castells, de 71 años, profesor de Comunicación de la Universidad del Sur de California, es uno de los grandes estudiosos de los cambios sociales producidos en lo que llamó la “Era de Internet”. Publicada en el ensayo de 2001 : La Galaxia Internet , sobre la relación entre la vida virtual y la vida real. Ahora lanza en Brasil  Redes indignación y esperanza – Movimientos Sociales en la era de Internet (Zahar, 276 páginas, $ 49.90 EE.UU.), un libro que analiza los movimientos sociales en la red. 
Castells, minúsculo, hiperactividad, habla rápida, lo que hace difícil mantener el ritmo de su razonamiento. En esta entrevista exclusiva, se dice que las protestas son un fenómeno mundial que nació de la indignación de la gente y pone en peligro los fundamentos de la democracia – y que es necesario reinventar la política, ya que no está cumpliendo con las necesidades básicas de la población, pero si sirve a sí misma.


¿Qué análisis hace usted de las manifestaciones que se extendieron por todo Brasil desde junio contra el gobierno, algunas de ellas marcadas por la violencia?
No exactamente manifestaciones contra el gobierno, sino contra el sistema político y la casta política que la mayoría de los jóvenes no considera que representa. Es el mismo tipo de movimiento que está sucediendo en otros países en los últimos tres años. Pero en Brasil es aún más importante, ya que se produce en un contexto de crecimiento económico y reducción de la pobreza.  Sobre todo, es una cuestión de derechos civiles. La violencia es muy negativo para el movimiento porque asusta a muchas personas – y con razón. Por lo que es común en otros países (no Brasil) la parte de la violencia es provocada por la policía y provocadores al servicio de la policía. Pero está claro que la violencia diaria que caracteriza a las ciudades brasileñas también está presente en el movimiento, a pesar de que la gran mayoría son pacíficos. El movimiento expresa la sociedad brasileña. Y la sociedad brasileña actual se caracteriza por una considerable violencia urbana ligada a las mafias y la marginación de muchos jóvenes.


¿Qué te parece la reacción de las manifestaciones de la presidenta Dilma, haciendo promesas pronunciamientos?
Ella ha tomado medidas concretas en el ámbito del transporte, la educación y la salud. Se reunió con algunos representantes de los jóvenes para escucharlos. Por encima de todo, ella hizo algo único en el mundo: legitimar el movimiento con sus pronunciamientos. También se trata de llevar al Congreso un proyecto de reforma política que quiere aprobar en referéndum porque el Congreso es incapaz de reformarse a sí mismo. Eso es lo que los críticos temen, que lleve a cabo una reforma política que ataca a sus privilegios y la corrupción. Es un acto de valentía, porque la clase política tradicional, con conexiones en los medios de comunicación, se ha embarcado en una campaña de desprestigio, disminuyendo la popularidad del presidente. Pero ella es consciente de que, sin reforma política en el corto-medio plazo, la separación entre las instituciones y los ciudadanos es inevitable, y la democracia puede dejar de tener sentido para muchas personas.


En Redes de indignación y esperanza mira el papel de las redes sociales en los movimientos sociales recientes, como la primavera árabe y el movimiento Occupy Wall Street. ¿Puede una revolución social con las redes sociales interconectar con los movimientos sociales?
Es necesario distinguir las redes sociales- como Twitter y Facebook – y los equipos conectados para formar la sociedad de los movimientos sociales en la red. Ellos surgieron en la última década con el aumento de la intensidad. Esto es lo que se analiza en el libro: cómo los movimientos sociales han organizado en redes entre 2009 y 2012. Analizo los movimientos que se caracterizan por alguna vez en Internet a través de redes móviles y redes sociales. A continuación, se basan en las redes sociales de la Internet para organizar la ocupación del espacio público y crear un espacio de autonomía, al mismo tiempo en el Internet y en las calles. Se trata de cómo los movimientos sociales se producen en todas partes, en Estambul, Nueva York, Sao Paulo, Río de Janeiro, en todas partes. ¿Sí es posible una revolución, que comprende depositar un régimen y sustituirlo por otro? Depende. En los países árabes tratado. De alguna manera sucedió en Egipto, donde las fuerzas excluidas del sistema político podría tomar el Estado, y esto a causa de las redes sociales y en paz.


¿Por qué estos movimientos están creciendo y extendiendo?
Por una razón: porque son movimientos autónomos, crear un espacio de autonomía fuera de los límites de los partidos políticos, el Estado, las empresas – y construir sus propias redes sin líderes. Actúas como la cultura y la tecnología en la sociedad. El fenómeno más importante en la sociedad actual es la autonomía, la capacidad de la persona para decidir su propia vida, para todo el mundo. Lo más importante es decidir nuestras vidas – con nuestras limitaciones.  Internet es una tecnología antigua – fue creado en 1969 -, pero lo más importante es que también es un producto cultural. Se organizó a partir de valores como la libertad y la autonomía. Por lo tanto, el tipo de tecnología de red y el tipo de patrón sobre la base de la autonomía cultural coinciden. Hoy en día cualquier mensaje que desea libertad y autónoma no pasa por un partido o un periódico. Si hay un mensaje que se conecta con otras mentes conectadas en la red, por lo que la aceptación se inicia un movimiento. Los actores son colectivos, sin papeles, sin jerarquía, sin líderes.


¿Qué diferencia ve usted entre los movimientos sociales antes de Internet y los movimientos sociales en la red actual?
Redes sin tecnología de red de tipo electrónico, no pueden hacer frente a la velocidad y la complejidad que requiere el aumento de la red. De ahí que las redes tradicionales implican las viejas formas de organización social, son parte de la historia humana. No se pudo conectar antes de que muchas personas u organizar la acción colectiva porque tenían límites físicos donde quieren. Hoy ya no hay límites. Las redes de Internet no tienen límites de tiempo y espacio y puede reconfigurarse constantemente. La tecnología no determina la acción social, sino que permite un tipo de organización que no existiría sin Internet.


¿Con el cambio social ocurre?
No van a pasar a través de las instituciones políticas. El cambio está en cabeza de la gente. Los movimientos sociales no tienen poder. Se disuelven el poder a través de la transformación mental. Esto es lo que sucede hoy en día con el movimiento de mujeres. Ellos viven una situación muy diferente hoy que hace 50 años. Ellos tomaron el poder? No. Las mujeres se entregaron. ¿Y cómo las mujeres piensan de sí mismos cambiar toda la sociedad.Las mujeres hicieron un movimiento con el impacto social de la transformación cultural. El movimiento del medio ambiente es el mismo. Desde hace 30 años tenemos los mismos problemas climáticos. Pero nadie lo sabía ni le importaba. Hoy en día el 85% de personas en el mundo sabe lo que es el cambio climático – y pensar que los gobiernos deben hacer frente a este problema. Y eso se produce como? Con la combinación de la alianza entre periodistas profesionales, científicos y movimientos sociales. Todos estos movimientos están impactando en la conciencia de la mayoría de los ciudadanos. Especialmente en un tema central: en todo el mundo, nadie confía en los políticos. Sucede ahora mundialmente rechazando, entre ellos Brasil, la clase política de los ciudadanos, a los partidos, los gobiernos. La percepción es que no responden a los intereses de los ciudadanos, sino a los intereses financieros. Lo que sucede en el mundo es la desconexión completa entre los ciudadanos y sus representantes.Movimientos mostraron los ciudadanos que puedan pensar de actuar fuera de las instituciones.


¿Es bueno o malo?
Nos veremos en la práctica. Debido a que existe una brecha entre las personas que quieren cambiar su vida y la sociedad y las instituciones políticas. La diferencia sólo empeoró.Una perspectiva histórica de estos movimientos es pensar que uno puede encontrar poco a poco una forma de reconstrucción democrática y las nuevas formas de representación. Por lo tanto, no hay líderes, organizaciones o partidos.


¿Tendría que ocurrir un nuevo pacto social?
Sí, pero hay que estar de acuerdo en ambos lados. Los que detentan el poder sólo hacen pacto cuando no hay otro remedio. Estos movimientos creen que las cosas no son como tienen que ser sostenido por mucho tiempo. No hay conexión entre las instituciones y la sociedad, no procesa las demandas y valores. Este bloque se convierte en violencia, la agresión, el cinismo y desrupção lazos sociales. Los movimientos están tratando de reconstruir el tejido social entre las personas, entre los ciudadanos. Y así todo el mundo experimentará qué tipo de representación democrática puede existir. Son movimientos fundamentalmente democráticos que no ven los instrumentos de representación en las instituciones.


¿Cómo explicar los eventos que comienzan con una razón específica y luego se convierten en agendas más amplias? Es un movimiento sin consistencia o ese tipo de situación es la marca de nuestro tiempo?
 Esta es una característica común a todos los movimientos de indignados de la red en todos los países. Son espontáneos, sin dirección, a partir de un hecho insoportable, pero inmediatamente surgen mil humillaciones a diario por muchas personas, especialmente los jóvenes, a causa de las burocracias políticas. Con manifestantes dijeron St. Paul en junio, “no son 20 centavos de dólar, son nuestros derechos.” ¿Cómo las instituciones realmente no procesan los problemas de la gente, sino que se dedican a satisfacer a los políticos y sus aliados, en primer lugar, cuando hay un canal de expresión en la calle, aparecen conjuntamente todas las demandas que cada individuo puede expresar.


Usted ha dicho que el contrato social se está rompiendo las democracias en todo el mundo. Con eso, la política tendrá que ser reinventado? Hay una solución al problema de la crisis de credibilidad que sufre hoy el poder y las instituciones?
La política está siendo reinventada con estos movimientos. Pero el resultado de estos intentos de innovación depende de cada país, cada contexto, las características del movimiento y el sistema político del país. Nunca me ofrezco soluciones. Mi trabajo consiste en investigar. Y aún menos se atreven a dar soluciones a un país como Brasil, conozco superficialmente, sin embargo, que ha visitado el país 20 veces en los últimos 45 años. Sólo puedo decir esto: la mayor apertura del sistema político a la expresión popular espontánea en las redes y en las calles, habrá más posibilidades de una reforma política constructiva. En este sentido, el Brasil, por lo menos en la cima del poder político, está en mejores condiciones que otros países.


En su libro La Galaxia Internet , Jehová haga una referencia a la reflexión de McLuhan en La Galaxia Gutenberg (1962). ¿Cómo se comparan estos dos momentos de la carrera tecnológica?
Cita McLuhan es una señal de respeto a un gran erudito y una tradición de la teoría de la comunicación. Al mismo tiempo, un intento de establecer una distancia entre dos sistemas de comunicación radicalmente diferentes. McLuhan teorizó la comunicación de masas. Investigué la autocomunicación de masas. La masa comunciação es un mundo de comunicación vertical, unidireccional con poca interactividad con un mensaje dado, el control de los medios de comunicación – y de los poderes económicos y políticos. Es diferente de la autocomunicación de masas, Internet y plataformas móviles y sociales, que es multidireccional e interactivo, los mensajes de los emisores son también receptores de los mensajes, el tiempo puede ser simultánea o no, es a la vez local y global. La autocomunicación de masas se refiere al tiempo de hipertexto, que son toda la información almacenada. Hoy en día vivimos en dos galaxias diferentes al mismo tiempo: los medios de comunicación y la masa tradicional de los nuevos medios digitales. Los medios tradicionales no han desaparecido, sino que tuvo que reinventarse a sí mismos y articular la galaxia de Internet – y esto no es ellos.


Es el final de la misa tradicional de los medios de comunicación?
No. Lo que pasa es que los medios tradicionales se están enriqueciendo con la interactividad de los nuevos medios digitales. El resultado es la transformación de las salas de redacción de los periódicos y revistas en una sala de información continua a través de Internet. Y por lo tanto el tipo de producto tiene que cambiar, ya que no puede competir con la velocidad de Internet. Las grandes empresas de comunicación en todo el mundo, como el Globo, trabajando en varias plataformas simultáneamente y recaudar fondos en la publicidad pública y privada. Y así, estos grupos han evitado convertirse en rentable.


Una de sus citas famosas se encuentra en la galaxia de Internet : “La red es el mensaje.” Es casi una parodia de la gran frase de McLuhan, “el medio es el mensaje”. Es un reto?
En realidad, la comparación entre las dos frases es un poco forzado. La mía no es una expresión de los conceptos, sino también los medios de comunicación, para resaltar las diferencias. McLuhan quería decir que la manera de comunicar el mensaje no era lo único importante, pero condicionó este mensaje. Por lo tanto, un mensaje en la televisión necesita comunicar cosas diferentes que un mensaje transmitido en la prensa o en el libro. Se trata de la transmisión de la información que se vuelve insignificante. Ahora, cuando digo “la red es el mensaje”, quiero decir que la centralidad de los nuevos sistemas de comunicación no es necesariamente el mensaje en cada mensaje, pero la interacción constante entre todos los mensajes, todos los receptores y remitentes del mensaje. Es la complejidad de la red que organiza múltiples mensajes en un sistema de relación de unos con otros. Por lo tanto crea un mensaje de meta – la unión de todos los mensajes a través de la interacción.


Pero la red se puede definir como un medio de comunicación?
no sólo porque la red es mucho más que un medio de comunicación. Es un medio de interacción personal, organización, relación de larga distancia y un entorno en el que la vida personal está integrado. La vida en línea no es una vida separada de la interacción física.Ya no vivimos en un mundo físico o virtual, pero en un mundo híbrido. Todos están en la red, pero no todos son sólo en la red. En las redes sociales, las identidades se expresan. En algunos casos se les prohíbe. Esto sucedió sobre todo en los primeros interenet cuando los adolescentes interrelacionaram digitalmente y no han establecido identidades. ¿Por qué los adolescentes no tienen un identididade definido o la red o fuera de la red. Hoy en día las identidades están en la red, ya que la vida de las personas están allí. Para hacer amigos y ampliar su círculo, la gente tiene que poner sus fotos y expresar su mensaje. La red es no sólo un medio de comunicación. Es una forma de vida. Toda sociedad está en la red.


Eso es lo que se llama el nuevo espacio público?
Sí El nuevo espacio público se articula en la intersección entre lo físico y lo virtual. Vivimos en un mundo de la virtualidad real, no la realidad virtual. La virtualidad es una parte esencial de nuestras vidas. No podemos pensar en nuestra vida fuera de la red. La comunicación es el centro de la vida. El más importante es que la red es realmente esencial.


Pero para los mayores de esta realidad de Twitter, Facebook, etc. no parece tan esencial.
Pero este problema se resuelve tan pronto como desaparezcan las generaciones mayores. Estamos en una transición muy rápida. Todo girará durante este siglo.En este momento tenemos 3 mil millones de usuarios de Internet. Hay 6,8 mil millones de números de dispositivos de comunicación móviles, como teléfonos celulares, y la única división real en términos de acceso y calidad es la edad de los usuarios. En América Latina, la tasa de cobertura de la célula es de 90%. En Brasileira 92%. A partir de plataformas móviles y de Internet, la densidad de la interacción se saturará. Corresponde a la televisión que en el pasado. Hay muy pocos lugares en el Internet no es suficiente. La comparación es con electricidad. No podemos entender la era industrial sin electricidad. Ahora, en nuestro tipo de sociedad de la información en red, la infraestructura básica de todo lo que hacemos es en las redes móviles e Internet. Estamos en este mundo. No es una opción. No podemos decidir si el internet es bueno o malo, ya que no podemos decidir si queremos estar en el mundo de la electricidad o no. Es nuestra realidad.


Pero, ¿cómo se articula la vida física a la red?
 Cada uno hace su camino, en función de sus intereses, sus valores, su experiencia, su capacidad para utilizar la red. Por lo tanto, las redes son múltiples y maleable. Y los más jóvenes tienen más ventajas en el proceso de adaptación. Eso es porque han nacido en una cultura digital. No es una cuestión de capacidad tecnológica, pero la cultura y la mentalidad. Es una cuestión de pensar de manera diferente.


¿Cómo ve a los jóvenes haciendo varias cosas a la vez: ver la televisión mientras se agita en tabletas, y publicar mensajes en Facebook, mientras que hablan?
Manuel Castells -
 Multitarea es un problema para las personas mayores de 40 años. Es difícil, porque el tema tiene que hacer varias cosas a la vez. Pero los jóvenes lo hacen al mismo tiempo. Es una práctica normal.


A mí me parece un caso de múltiples falta de atención…
No. Operan en un registro de la atención múltiple. Nos acostumbramos a la idea de que, cuando hicimos muchas cosas al mismo tiempo, no se presta atención a, ¿no es así? Para hoy no es así. Mis alumnos, por ejemplo, prestar atención a varias cosas a la vez. Y cuando me relaciono con ellos, muestran que prestó atención a todos. Los estudios muestran que la atención es menos intenso cuando estamos sometidos a varios medios de comunicación ha. Y por lo tanto, la tendencia es la de almacenar menos. Sin embargo, por otro lado, permite realizar múltiples tareas diferentes señales de proceso al mismo tiempo la información y para recombinarse ellos. La recombinación es la base de la creatividad, mientras que la memorización es la base de la reproducción, intelectual y cultural.


¿Cuál es el factor decisivo para hacer frente a los conocimientos en el mundo de hoy?
El factor decisivo es la capacidad de crear e innovar. Debido a que no es necesario memorizar la información, ya que está en el Internet. Hoy en día, uno de mis estudiantes, Martin Hilbert, completó el doctorado en Los Angeles, publicó un artículo en la revista Science, en el cálculo que hizo que toda la información digitalizada disponible en el planeta y cómo se organiza. Calculó que, hace diez años, el 52% de toda la información de la Tierra. En 2008, fue del 97%. La información es digitalizada y disponible en Internet Lo que nos falta no es tanto de memorizar esta información, pero no tienen la capacidad mental para saber lo que queremos, tenemos lo que queremos y recombinarlo y producir una especie de conocimiento innovador que necesitamos. Es un tipo de capacidad mental que no es parte de la enseñanza tradicional y es la atención, pero la capacidad de innovar.


La información no genera una perturbación excesiva de la atención y conduce, en última instancia, la amnesia, como decía Umberto Eco?
Umberto Eco no es un neurocientífico y es incapaz de hacer tal confirmación. Él tendría que demostrar los experimentos científicos y hablar de lo que sucede en un café chat. Eco profesa el mito del exceso de información. Si voy a la biblioteca de la Universidad de Barcelona y tiene 1 millón de volúmenes y luego ir a Berkeley y obtuvo 12 millones de dólares, no será capaz de procesar de 1 a 12 millones de volúmenes. Pero voy a tener más posibilidades de encontrar lo que busco es de 12 millones de dólares en lugar de 1 millón. Hay demasiada información, que hay demasiada falta de buscar y procesar información.Es muy sencillo: la información no se puede encontrar, si no sabemos lo que buscamos. La gente navegar por Internet para encontrar algo específico, aun cuando es sólo por diversión. La clave en la sociedad de la información es la capacidad de pasar de la información al conocimiento – y el conocimiento, aplicación del conocimiento a los proyectos que tienen personal o profesional. El caos se produce cuando no sabes lo que quieres. Cuando ya sabes, organizar el caos.


¿Intelectuales como los escritores Umberto Eco están en crisis?
Están desapareciendo. Lo que pasa es que la mayoría de los intelectuales odian internet. Eso es porque han perdido el puesto que tenía antes, lo mismo ocurrió con los medios de comunicación. Los intelectuales eran los oráculos, tenían el monopolio del mensaje.Hoy en día hay más. En las redes sociales, la gente no habla de intelectuales, y habla de ellos tratan de contradecirlos. Hubo una democratización fundamental de la emisión del mensaje.Cada uno tiene su mensaje. Cada bloque es su propia obra. Cada canal de YouTube es su propio canal de televisión. Es normal que el intelectual elite aristocrática está fuertemente en contra de la internet. Primero no lo sabe. En segundo lugar, porque en muchos casos no utilizarlas. Al hablar de la ignorancia, no el conocimiento.


¿Por qué este fenómeno produce la democratización de los contenidos culturales?
Es evidente. Esto es lo que sucede con las compañías de música o películas. Están aterrados porque la gente no compra nada. Busque lo que quiera en Internet y descargar el material sin tener que pagar derechos de autor. Cuando las empresas hacen la vida más fácil para los usuarios, por lo que los usuarios pagan. No ir a comprar un álbum entero, pero una pista. Y que iTunes lo hicieron muy bien. El CD fue una imposición de las compañías de música de monopolio. Por lo tanto, este tipo de empresa es en contra de la Internet. Pero no sé cómo controlar la circulación de contenidos porque no hay control.


¿Usted no se considera un intelectual?
No. Soy un investigador. Trato de basar lo que digo sobre la base de la observación. Esto es muy diferente de un intelectual. Por supuesto, todo el mundo tiene la capacidad intelectual. Hay dos tipos de intelectuales: los trabajadores intelectuales, y este grupo se incluyen periodistas e investigadores, y “intelectual”, una tradición que nació en Francia y está desapareciendo rápidamente. Los que firman el manifiesto, el intelectual público.Eleinfluenciou cantidad de vida en América Latina, donde los intelectuales públicos eran la referencia. Y tuvo el privilegio de hacerlo sin la obligación de pertenecer a partidos, sean ricos o de los empleados en una empresa. Este tipo de intelectual podía decir cualquier tontería que, como intelectual público, la gente escuchaba. Este privilegio ha terminado. Porque hoy en día, en cuanto alguien dice algo, redes sociales exponen esto y muestran la coherencia o incoherencia de la declaración. Hoy se dice ya no es un oráculo, ya que se convirtió en un objeto procesado. El intelectual público tiene un futuro tan brillante como la aristocracia ateniense.
Artículo de L. Anthony Giron, visto en el epoca.globo.com 

viernes, 25 de octubre de 2013

“Vivimos una crisis estructural del capitalismo, y no hay salida dentro de ese marco” Andrés Piqueras

Entrevista a Andrés Piqueras, sociólogo y miembro del Observatorio Internacional de la crisisA juicio del sociólogo Andrés Piqueras, “vivimos una crisis civilizatoria, estructural del sistema capitalista, que cada vez es menos reformable desde dentro porque ha dejado de aportar nada a la humanidad; dentro de ese marco no hay salida”, explica. Piqueras es profesor de Sociología en la Universitat Jaume I de Castelló, miembro del Observatorio Internacional de la Crisis y militante de Socialismo 21. Además de colaborar con artículos en Rebelión.org, es coautor de “El Colapso de la civilización” (El Viejo Topo); coordinador de “Desarrollo y Cooperación. Análisis crítico” (Tirant lo Blanch) y autor de “Movimientos sociales y capitalismo. Historia de una mutua influencia” (Ed. Germania).


Partidarios de la austeridad y del keynesianismo concentran el debate. ¿Te parece este un dilema válido? ¿Apunta al fondo de la cuestión?
La crisis actual va mucho más allá. La austeridad y los recortes tienden a reproducir las crisis cíclicas del sistema capitalista. Y el problema del keynesianismo es que fracasó y no puede volverse a él. Hay que tener en cuenta que la crisis del capitalismo es estructural. Cuando un sistema o modo de producción no puede generar el desarrollo de las fuerzas productivas –al contrario, despliega cada vez más su potencial destructivo-, y ataca el nivel de vida de la población en general, en ese momento deja de aportar nada a la humanidad. Y entonces se hace cada vez menos reformable desde dentro. Es lo que ocurre actualmente con el sistema económico capitalista.
¿Dónde habría que buscar, entonces, las soluciones?
Las soluciones se hallan, sin duda, fuera del sistema. Hay que tenerlo claro. No nos encontramos ante una crisis cíclica más, sino ante una crisis, como te decía, estructural y civilizatoria, la de la civilización que surge a finales del siglo XVIII y principios del XIX, y en la que estamos inmersos hoy. Esta crisis –económica, social, cultural y ecológica- puede que no sea la final del capitalismo, pero es evidente que el sistema capitalista que resulte de esta crisis será diferente del que conocemos hasta ahora. Y hay otra cuestión básica: cuanto más dure la fase declinante del capitalismo –que ya hemos comenzado-, más sufrimiento y más consecuencias negativas generará.
Hablamos de una crisis estructural del sistema. ¿Son inherentes las crisis al capitalismo?
Las crisis cíclicas del capitalismo están estudiadas desde sus orígenes. Hay que recordar la existencia de los ciclos Jutglar (cada 10 años) o los Kondratieff (aproximadamente 25 años de alza y otros 25 de caída). Lo importante es que estos ciclos son manifestaciones que indican una enfermedad crónica del sistema. En el capitalismo se producen periódicamente crisis de sobreacumulación, porque los procesos de producción incorporan cada vez más capital (en forma de maquinaria y tecnología), en detrimento del trabajo humano. En otras palabras, se acumula demasiado capital. Y esto es, en sí, una fuente de obstaculización de la plusvalía. Por eso el desarrollo tecnológico implica grandes contradicciones para el sistema.
¿En qué sentido?
Porque el desarrollo de la tecnología supone que cada vez sea menos necesario el trabajo asalariado. De ahí que en los países con mayor desarrollo tecnológico, se expulse fuerza de trabajo de los procesos productivos. Es decir, aumenta el paro en los países centrales del sistema; pero al mismo tiempo, el capitalista necesita del trabajo asalariado para obtener la plusvalía, y ahí está la contradicción. ¿Qué hace entonces el capital? Aumenta la explotación de la fuerza de trabajo y utiliza, para ello, la fuerza de trabajo migrante; el ejército de reserva mundial, que ha aumentado al incorporarse nuevos países –como la antigua URSS o China- a la órbita capitalista y los procesos de deslocalización.
El despliegue de las nuevas tecnologías no suele citarse como causa de la crisis estructural.
Pero es un factor decisivo. En la primera década de 2000, disminuye en un 7% el trabajo en el proceso productivo por la incorporación de la tecnología; y ello a pesar de que el desarrollo tecnológico lleva frenado deliberadamente desde los años 90 para no obstruir la obtención de la plusvalía. También la tasa de innovación científica aplicada después como tecnología se frena a partir de mediados de la década de los 90.
¿En qué punto nos hallamos de la crisis estructural?
En esta cuestión hay un debate abierto. Algunos estudiosos apuntan que no hemos salido de la quiebra del modelo de crecimiento keynesiano (singularmente a partir de la quiebra económico-energética de 1973). En ese momento se impulsó una trama de recetas neoliberales, que representaban, más que una salida de la crisis, una huida hacia adelante. ¿Cómo? Aumentando la explotación de la fuerza de trabajo; reduciendo los gastos y servicios sociales; recortando la parte de contribución al conjunto social que aporta el gran empresariado; reduciendo el capital destinado a la inversión productiva para dedicarlo a la especulación financiera; y con la apropiación privada de servicios e infraestructuras públicas, así como de la riqueza natural. Pero otros autores apuntan que se salió de la crisis a finales de los 90, al recuperarse parcialmente las tasas de ganancia gracias a los procesos citados. Pero lo cierto es que nunca se recuperaron las tasas de ganancia ni el crecimiento económico de las décadas de los 50-60 del siglo XX.
¿Es esto así a escala global, sin matices?
En los países centrales del sistema, las tasas de crecimiento decaen bruscamente desde la crisis de 2007. Pero en otros lugares del mundo se registra un crecimiento económico y de las tasas de ganancia (por ejemplo, en los países emergentes, aunque no sólo). El conjunto de países emergentes representan entre el 20 y el 30% del total de la economía mundial, mientras que los tradicionales países centrales del sistema disponen entre un 50 y un 60% de esa riqueza. Con el escaso peso comparativo de las economías emergentes, es difícil que puedan “tirar del carro” y revertir el proceso de crisis.
Comentabas que nos hallamos ante una crisis de sobreacumulación. ¿Podría considerarse asimismo de subconsumo?
La crisis es fundamentalmente de sobreacumulación. Lo que ocurre es que la gestión de la crisis y las salidas que está imponiendo el capital, provoca una crisis de subconsumo. A ello se le superpone una crisis ecológica, que de momento no se ha hecho sentir de manera alarmante para las poblaciones, pero que no se podrá obviar en las próximas décadas. En ese sentido, nos hallamos en la curva descendente de recursos energéticos –como petróleo o gas natural, entre otros- en los que se basa, hoy en día, el modo de producción capitalista.
Por otra parte, ¿qué singularidades observas en el caso español?
Desde la segunda mitad de los 80 y, sobre todo, en los 90, se basa en un modelo de crecimiento parasitario; en la inflación y sobredimensionamiento de la construcción a costa del crédito, y, a la vez, la expansión de este último al conjunto de la economía, incluidas las familias. Otro elemento estructural lo constituiría el deterioro de las rentas del trabajo. Los salarios reales en 2012 son los mismos que en 1982, es decir, el mismo poder adquisitivo que tras la salida de una larga dictadura. En paralelo, la riqueza de la economía española se multiplicó casi por tres en las tres últimas décadas. Precisamente esta caída de los salarios reales se compensó con el crecimiento del crédito. También es parasitario porque, al entrar en el euro, la economía recibe capitales del resto del mundo, que inflan los circuitos financieros especulativos españoles. Estos capitales llegan porque resulta muy fácil especular en el sector inmobiliario y, además, buscando un “refugio”, dado que el euro es una moneda fuerte.
Realizado el diagnóstico, ¿Qué salidas de la crisis debería, a tu juicio, plantear la izquierda?
Las salidas habría que buscarlas cada vez más fuera del sistema. De entrada, romper con el euro y las ataduras que implica el macroestado europeo, que no es sino una estrategia del capital para romper con las conquistas históricas de las clase trabajadora en el marco del estado individual. Además, opino que habría que llamar a un proceso constituyente que modifique las reglas del juego. Otros puntos para la estrategia de transformación: la deuda no debería pagarse; los miles de millones ahorrados se destinarían a impulsar un programa de inversiones estatales para “engrandecer” el sector público social; acometer una profunda reforma fiscal para extraer los recursos que el capital no está aportando; establecer una moneda interna de pago a escala estatal, complementada con otras monedas sociales, para las naciones del Reino de España que confluyan en el proyecto; una profunda reforma laboral que democratice la gestión productiva; y la nacionalización de la gran banca, los recursos energéticos y las industrias estratégicas, entre otros.
Eres miembro del Observatorio Internacional de la Crisis; ¿Qué tendencias se apuntan en el horizonte?
La Gran Depresión del siglo XXI nos marca una encrucijada histórica de la que dependerá el futuro de la humanidad. Si el sistema capitalista pervive, ello irá en detrimento de las posibilidades de la vida en la humanidad y también de la naturaleza; éste es el primer camino de la encrucijada; la alternativa es que la humanidad reaccione y se dé a sí misma un nuevo sistema histórico.
Por último, has apuntado en alguno de tus artículos que nos encontramos ante “una guerra de clases declarada desde arriba ”.
Efectivamente, se trata de una guerra de clases unilateralmente desatada por el capital, cuando el Trabajo más amodorradamente integrado en el orden capitalista de consumo se encontraba; forzados por la ofensiva del gran capital, entramos en una más que probable nueva era de enfrentamientos de clase. La guerra de clases se desata con la globalización capitalista y el neoliberalismo, con el fin de intentar evitar la caída de ganancias de la época keynesiana. Nos hallamos ahora en ese punto. Pero esta estrategia evidencia síntomas de agotamiento. Hoy, la cabezonería en aplicar las recetas neoliberales contra la crisis llevan a que nos hundamos cada vez más en el pozo de la misma. 
Fuente: rebelion.org

consultado 25 de octubre 2013: http://ssociologos.com/2012/11/16/vivimos-una-crisis-estructural-del-capitalismo-y-no-hay-salida-dentro-de-ese-marco-andres-piqueras/

La cultura del dinero en nuestra sociedad

La cultura del dinero, como todas las culturas, es un producto del ser humano y como tal es una creación subjetiva y sometible a reflexión. Hoy la creación cultural del dinero tiene un propósito fundamental y es mantener a la sociedad controlada y cohesionada a la vez que muchas personas y entidades obtienen grandes beneficios por ello. 



El elemento material a través del cual se crea esta cultura del dinero es el propio dinero, un valor que permite el intercambio de productos. Este intercambio es inmenso ya que, en un mercado tan desarrollado como el actual, el tipo de productos que se pueden adquirir mediante el consumo es profundamente variado. Se pueden consumir desde productos básicos como los alimentos hasta las sensaciones que se pueden obtener en un parque de atracciones temático
 .

 El concepto consumir siempre ha estado cargado de connotaciones negativas y en realidad solamente hace alusión al proceso de adquirir cierto producto mediante dinero, sin hacer ninguna valoración ética o moral de ese acto. Este tipo de connotaciones se disipan cuando se hace referencia a otros tipos de consumo como el consumo de salud al comprar medicamentos.
Hoy casi todo servicio y producto se adquiere mediante dinero menos aquellos servicios gratuitos que provienen del voluntariado o de las acciones benéficas, que en ningún caso son el motor de la economía. Pero lo importante del dinero no es el dinero mismo sino su cultura. Pero, ¿qué es la cultura?. Podríamos definir la cultura como un conjunto de rasgos espirituales, materiales e intelectuales que caracterizan a una sociedad y a su sistema de valores. Según esta definición tan genérica lo ideal seria hacer un análisis de la cultura del dinero en cada momento y lugar, pero eso escapa a la pretensión de este breve ensayo y además resultaría imposible. Es correcto, por lo tanto, un análisis valorativo de la cultura del dinero desde una posición que abarque a la generalidad.


Es obvio que nuestra cultura del dinero es una continua herencia de la cultura del dinero norteamericana, la cual está marcada por motivaciones externas y es además resultado del capitalismo económico y del libre mercado. Este capitalismo se basa en la oferta persuasiva de productos que no solamente satisfacen un deseo interno sino que además tienen una dirección hacia el exterior, es una cultura del dinero dirigida hacia la calle. Un sencillo ejemplo aclarará mejor este punto. Por decirlo de alguna manera en nuestra cultura del dinero se prefiere adquirir un coche que sea lujoso por fuera a un coche que sea lujoso por dentro, se prefiere tener un móvil de tamaño miniatura aunque uno de tamaño mayor cumpla nuestras exigencias.


 Nuestra actividad económica está dirigida hacia el exterior y de esa manera indicamos la clase social a la que pertenecemos o a la que creemos pertenecer. Es cierto que hay otros elementos de clasificación social como lo pueden ser la cultura o los conocimientos pero hoy el elemento primario de clasificación más importante es el económico. Por esto, entre otras cosas, se entiende que la población sea presa de las modas, del agresivo marketing y de los escaparates comerciales, porque de esa manera no pierde el criterio social que debe seguir para demostrar su poder o simplemente sentir seguridad. Además mediante la cultura del dinero se consigue sentir cierta identidad o cierto rol al desarrollar preferencias, como por ejemplo elegir el restaurante en el que se quiere comer o el lugar al que se prefiere ir de vacaciones.


Uno de los efectos secundarios de la cultura del dinero del presente es la ansiedad. Una ansiedad por conseguir más cantidad de dinero para adquirir más productos sin tener un motivo real para ello. Los creadores de esta conducta son las empresas y grandes multinacionales cuyo propósito es crear e incentivar un gran consumo para aumentar sus beneficios.


En la actualidad las nuevas tecnologías, como por ejemplo las telecomunicaciones, son la apuesta clave y el mayor motor económico mundial. Sabiendo esto veamos como actúan las empresas de telefonía móvil para generar consumo. Hagamos un ejercicio de reflexión con un ejemplo sencillo: ¿cuando no existía el teléfono móvil se hablaba el mismo tiempo que ahora?. En la respuesta podemos apreciar como existe una creación de necesidades ficticias por parte de las grandes empresas. Antes no había necesidad de usar el teléfono móvil nada más que en situaciones muy especiales y solamente lo utilizaba una minoría. Sin embargo, las empresas que controlan la telefonía móvil han generado una nueva necesidad entre las personas, una necesidad que antes no existía, la de hablar frecuentemente por el móvil. Esto ha llegado a ser tan claro que incluso se han vendido -en Italia por ejemplo- teléfonos móviles de plástico. La gente los compraba para usarlos en la calle y así parecía que utilizaban uno real, esto es otro ejemplo de conducta orientada hacia el exterior.
El mayor peligro que entraña nuestra actual cultura del dinero es que el espacio individual para nuestros gustos propios y nuestra forma crítica de ver la realidad sea suplantada por los intereses del capitalismo. El consumo genera muchos beneficios e intereses como para que su cultura no esté fuertemente controlada y nuestro sentido crítico quede minimizado. Otro sencillo ejemplo aclarará este punto. Si una persona tiene un gusto propio, por ejemplo, consumir un alimento de determinado sabor -fresa- y pasado un tiempo las empresas de este alimento hacen una gran publicidad de un sabor diferente al que tenía esa persona -menta-, esa persona tendrá un criterio propio y podrá elegir entre su gusto personal -fresa- y el gusto implantado -menta-. Hasta aquí no aparece ningún problema, el problema surge cuando la presión sea tan grande que esa persona no consiga distinguir cuál es su gusto personal y cuál es el gusto impuesto. Es decir, el individuo como tal quedaría anulado y sus gustos e intereses responderían únicamente a las intenciones económicas del capitalismo.


Frente a este problema la única solución es la visión crítica y la reflexión sobre nuestras acciones en la economía. Hacer un ejercicio de reflexión frente a la cultura del dinero, conocer quien la domina y bajo que motivaciones, conocer nuestra forma de consumir y ser críticos ante ella nos hará capaces de sustraernos de la cultura del dinero impuesta y podremos hacer la nuestra propia. Cada cual conforme a sus intereses creará la más adecuada para sí mismo. Así se toma dirección hacia el propósito más alto que es la libertad. No existe un ser libre si éste no tiene capacidad de elección y no hay capacidad de elección si no conocemos las reglas del juego económico moderno. Analicemos la realidad, comprendámosla y actuemos en ella moviendo nuestra pieza como si de una partida de ajedrez se tratase. El dinero existe por necesidad práctica, es un invento artificial para que el mundo moderno y supuestamente avanzado se sostenga. Por último, recordemos que lo importante es saber utilizar el dinero, o mejor dicho, saber evitar que el dinero nos utilice a nosotros.
Fco. Javier Lozano 
Estudiante de sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Visto en www.sociologicus.com
consultado 25 de octubre 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

¿Por qué las manifestaciones populares pierden fuerza en Brasil?


Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar la atención: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. El impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender. -


Eric Nepomuceno
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar las atenciones: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. Así, el impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.


Suelen surgir en bandos de entre 100 y 200, principalmente en Río y Sao Paulo. Ropas negras, mochilas negras, máscaras negras, banderas negras y escudos de cualquier color, creados a partir de placas de publicidad o de paradas de autobús; caminan en bloque hasta que de repente se dispersan y empiezan a atacar sucursales de bancos, edificios públicos, comercios y luego lo que sea.
Son los black blocs y han comprobado su poder de llamar la atención. La gran prensa los califica de vándalos. Ellos se definen como anarquistas que luchan contra el sistema. ¿Cuál sistema? Ese que nos domina. Es decir, el capitalismo. De ahí la preferencia por los establecimientos bancarios, símbolo más visible del sistema.
En su más reciente irrupción en Río de Janeiro, el pasado lunes 7 de octubre, en poco más de dos horas atacaron 13 sucursales bancarias en el centro de la ciudad. Y, ya que de atacar al capitalismo se trata, también fueron destruidas y saqueadas tiendas de una operadora de telefonía celular, un local de McDonald’s, dos oficinas de compañías aéreas, dos bares, un restaurante, un número no contabilizado de quioscos de revistas y paradas de autobús, la cámara de concejales municipales, el teatro municipal (casa de ópera y música clásica) y, como daño colateral, porque así son las guerras, la fachada del consulado de Angola.
Era una marcha de profesores municipales y estatales, en huelga desde hace un mes contra la ausencia de una política educacional y principalmente laboral satisfactorias.
La radicalización de los sindicatos y la intransigencia de los gobiernos hacían prever una marcha tensa, pero los maestros hicieron gala del tan loado humor de los cariocas, y todo se deslizó pacíficamente hasta casi el final. Y entonces empezó la violencia, esta vez con derecho a transmisión directa por la televisión.
La actuación de los black blocs dejó de ser un fenómeno incipiente, como en las primeras manifestaciones de junio, para transformase en ingrediente indispensable en las marchas de protesta o reivindicación. La población de las grandes ciudades trata de decidirse entre seguir respaldando las manifestaciones y repudiarlas a raíz de la violencia y los actos de vandalismo.
Los black blocs no tienen liderazgo conocido, no envían mensajes a la opinión pública, no hablan con periodistas, no buscan dialogar con ninguna institución y no tienen otra organización que convocarse vía Internet.
Siguen a sus pares que actúan en otras latitudes, de Egipto a Grecia, de Estados Unidos a Turquía. No se trata de la violencia espontánea de grupos populares iracundos: dicen los que los estudian (porque ya los hay) que la violencia de los black blocs busca responder a la creciente insatisfacción global con los gobiernos y las economías de prácticamente todo el mundo.
Uno de esos estudiosos, Francis Dupuis-Déri, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Quebec, en Montreal, recuerda que las redes sociales permiten que se convoque y movilice a grupos rápidamente. La insatisfacción generalizada les abre espacio en las calles.

Los black blocs no tienen un líder o un representante para dialogar con el gobierno o las instituciones y, tanto antes como después de las manifestaciones, el grupo no existe.
Esa clase de manifestación ganó impulso en las protestas contra el capitalismo y el neoliberalismo, como en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle, en 1999, y en Roma, en 2001.
Los explicadores profesionales suelen encontrar respuesta para todo. Hablan de la creciente y justificada insatisfacción mundial con los gobiernos y con el sistema económico. Por cierto: la situación de los maestros municipales y estatales de Río merece toda insatisfacción posible. Pero la verdad es que la actuación de los grupos cuya dimensión es inversamente proporcional a su capacidad de violencia no hace más que vaciar la fuerza de las manifestaciones populares. Y además, abre espacio para la saña de la policía carioca que, nunca es demasiado recordar, es de las más violentas y corruptas del mundo.
Los black blocs brasileños ganaron visibilidad, por cierto. Pero han alejado parte sustancial de la opinión pública que llegó a ver, en las manifestaciones callejeras, por más difusos que fuesen sus propósitos, un espacio de crítica a la política y a las instituciones. Predomina, ahora, la imagen de la violencia por la ­violencia.

Consultado 18 de octubre 2013
Principio del formulario
Final del formulario
- See more at: http://indignados.jornada.com.mx/recientes/opinion-bfpor-que-las-manifestaciones-populares-pierden-fuerza-en-brasil-eric-nepomuceno#sthash.y5rdNPe2.dpuf


Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar la atención: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. El impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Publicado el: 17 de octubre de 2013
Opinión: ¿Por qué las manifestaciones populares pierden fuerza en Brasil?
Integrantes del Black Bloc lanzan consignas, durante una protesta en apoyo a la huelga de los maestros, afuera de la Asamblea Municipal de Río de Janeiro, el 7 de octubre. Foto: Reuters

Eric Nepomuceno
Publicada el 14 de octubre en la versión impresa.
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar las atenciones: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. Así, el impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Suelen surgir en bandos de entre 100 y 200, principalmente en Río y Sao Paulo. Ropas negras, mochilas negras, máscaras negras, banderas negras y escudos de cualquier color, creados a partir de placas de publicidad o de paradas de autobús; caminan en bloque hasta que de repente se dispersan y empiezan a atacar sucursales de bancos, edificios públicos, comercios y luego lo que sea.
Son los black blocs y han comprobado su poder de llamar la atención. La gran prensa los califica de vándalos. Ellos se definen como anarquistas que luchan contra el sistema. ¿Cuál sistema? Ese que nos domina. Es decir, el capitalismo. De ahí la preferencia por los establecimientos bancarios, símbolo más visible del sistema.
En su más reciente irrupción en Río de Janeiro, el pasado lunes 7 de octubre, en poco más de dos horas atacaron 13 sucursales bancarias en el centro de la ciudad. Y, ya que de atacar al capitalismo se trata, también fueron destruidas y saqueadas tiendas de una operadora de telefonía celular, un local de McDonald’s, dos oficinas de compañías aéreas, dos bares, un restaurante, un número no contabilizado de quioscos de revistas y paradas de autobús, la cámara de concejales municipales, el teatro municipal (casa de ópera y música clásica) y, como daño colateral, porque así son las guerras, la fachada del consulado de Angola.
Era una marcha de profesores municipales y estatales, en huelga desde hace un mes contra la ausencia de una política educacional y principalmente laboral satisfactorias.
La radicalización de los sindicatos y la intransigencia de los gobiernos hacían prever una marcha tensa, pero los maestros hicieron gala del tan loado humor de los cariocas, y todo se deslizó pacíficamente hasta casi el final. Y entonces empezó la violencia, esta vez con derecho a transmisión directa por la televisión.
La actuación de los black blocs dejó de ser un fenómeno incipiente, como en las primeras manifestaciones de junio, para transformase en ingrediente indispensable en las marchas de protesta o reivindicación. La población de las grandes ciudades trata de decidirse entre seguir respaldando las manifestaciones y repudiarlas a raíz de la violencia y los actos de vandalismo.
Los black blocs no tienen liderazgo conocido, no envían mensajes a la opinión pública, no hablan con periodistas, no buscan dialogar con ninguna institución y no tienen otra organización que convocarse vía Internet.
Siguen a sus pares que actúan en otras latitudes, de Egipto a Grecia, de Estados Unidos a Turquía. No se trata de la violencia espontánea de grupos populares iracundos: dicen los que los estudian (porque ya los hay) que la violencia de los black blocs busca responder a la creciente insatisfacción global con los gobiernos y las economías de prácticamente todo el mundo.
Uno de esos estudiosos, Francis Dupuis-Déri, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Quebec, en Montreal, recuerda que las redes sociales permiten que se convoque y movilice a grupos rápidamente. La insatisfacción generalizada les abre espacio en las calles.
Los black blocs no tienen un líder o un representante para dialogar con el gobierno o las instituciones y, tanto antes como después de las manifestaciones, el grupo no existe.
Esa clase de manifestación ganó impulso en las protestas contra el capitalismo y el neoliberalismo, como en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle, en 1999, y en Roma, en 2001.
Los explicadores profesionales suelen encontrar respuesta para todo. Hablan de la creciente y justificada insatisfacción mundial con los gobiernos y con el sistema económico. Por cierto: la situación de los maestros municipales y estatales de Río merece toda insatisfacción posible. Pero la verdad es que la actuación de los grupos cuya dimensión es inversamente proporcional a su capacidad de violencia no hace más que vaciar la fuerza de las manifestaciones populares. Y además, abre espacio para la saña de la policía carioca que, nunca es demasiado recordar, es de las más violentas y corruptas del mundo.
Los black blocs brasileños ganaron visibilidad, por cierto. Pero han alejado parte sustancial de la opinión pública que llegó a ver, en las manifestaciones callejeras, por más difusos que fuesen sus propósitos, un espacio de crítica a la política y a las instituciones. Predomina, ahora, la imagen de la violencia por la ­violencia.
- See more at: http://indignados.jornada.com.mx/recientes/opinion-bfpor-que-las-manifestaciones-populares-pierden-fuerza-en-brasil-eric-nepomuceno#sthash.y5rdNPe2.dpuf
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar la atención: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. El impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Publicado el: 17 de octubre de 2013
Opinión: ¿Por qué las manifestaciones populares pierden fuerza en Brasil?
Integrantes del Black Bloc lanzan consignas, durante una protesta en apoyo a la huelga de los maestros, afuera de la Asamblea Municipal de Río de Janeiro, el 7 de octubre. Foto: Reuters

Eric Nepomuceno
Publicada el 14 de octubre en la versión impresa.
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar las atenciones: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. Así, el impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Suelen surgir en bandos de entre 100 y 200, principalmente en Río y Sao Paulo. Ropas negras, mochilas negras, máscaras negras, banderas negras y escudos de cualquier color, creados a partir de placas de publicidad o de paradas de autobús; caminan en bloque hasta que de repente se dispersan y empiezan a atacar sucursales de bancos, edificios públicos, comercios y luego lo que sea.
Son los black blocs y han comprobado su poder de llamar la atención. La gran prensa los califica de vándalos. Ellos se definen como anarquistas que luchan contra el sistema. ¿Cuál sistema? Ese que nos domina. Es decir, el capitalismo. De ahí la preferencia por los establecimientos bancarios, símbolo más visible del sistema.
En su más reciente irrupción en Río de Janeiro, el pasado lunes 7 de octubre, en poco más de dos horas atacaron 13 sucursales bancarias en el centro de la ciudad. Y, ya que de atacar al capitalismo se trata, también fueron destruidas y saqueadas tiendas de una operadora de telefonía celular, un local de McDonald’s, dos oficinas de compañías aéreas, dos bares, un restaurante, un número no contabilizado de quioscos de revistas y paradas de autobús, la cámara de concejales municipales, el teatro municipal (casa de ópera y música clásica) y, como daño colateral, porque así son las guerras, la fachada del consulado de Angola.
Era una marcha de profesores municipales y estatales, en huelga desde hace un mes contra la ausencia de una política educacional y principalmente laboral satisfactorias.
La radicalización de los sindicatos y la intransigencia de los gobiernos hacían prever una marcha tensa, pero los maestros hicieron gala del tan loado humor de los cariocas, y todo se deslizó pacíficamente hasta casi el final. Y entonces empezó la violencia, esta vez con derecho a transmisión directa por la televisión.
La actuación de los black blocs dejó de ser un fenómeno incipiente, como en las primeras manifestaciones de junio, para transformase en ingrediente indispensable en las marchas de protesta o reivindicación. La población de las grandes ciudades trata de decidirse entre seguir respaldando las manifestaciones y repudiarlas a raíz de la violencia y los actos de vandalismo.
Los black blocs no tienen liderazgo conocido, no envían mensajes a la opinión pública, no hablan con periodistas, no buscan dialogar con ninguna institución y no tienen otra organización que convocarse vía Internet.
Siguen a sus pares que actúan en otras latitudes, de Egipto a Grecia, de Estados Unidos a Turquía. No se trata de la violencia espontánea de grupos populares iracundos: dicen los que los estudian (porque ya los hay) que la violencia de los black blocs busca responder a la creciente insatisfacción global con los gobiernos y las economías de prácticamente todo el mundo.
Uno de esos estudiosos, Francis Dupuis-Déri, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Quebec, en Montreal, recuerda que las redes sociales permiten que se convoque y movilice a grupos rápidamente. La insatisfacción generalizada les abre espacio en las calles.
Los black blocs no tienen un líder o un representante para dialogar con el gobierno o las instituciones y, tanto antes como después de las manifestaciones, el grupo no existe.
Esa clase de manifestación ganó impulso en las protestas contra el capitalismo y el neoliberalismo, como en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle, en 1999, y en Roma, en 2001.
Los explicadores profesionales suelen encontrar respuesta para todo. Hablan de la creciente y justificada insatisfacción mundial con los gobiernos y con el sistema económico. Por cierto: la situación de los maestros municipales y estatales de Río merece toda insatisfacción posible. Pero la verdad es que la actuación de los grupos cuya dimensión es inversamente proporcional a su capacidad de violencia no hace más que vaciar la fuerza de las manifestaciones populares. Y además, abre espacio para la saña de la policía carioca que, nunca es demasiado recordar, es de las más violentas y corruptas del mundo.
Los black blocs brasileños ganaron visibilidad, por cierto. Pero han alejado parte sustancial de la opinión pública que llegó a ver, en las manifestaciones callejeras, por más difusos que fuesen sus propósitos, un espacio de crítica a la política y a las instituciones. Predomina, ahora, la imagen de la violencia por la ­violencia.
- See more at: http://indignados.jornada.com.mx/recientes/opinion-bfpor-que-las-manifestaciones-populares-pierden-fuerza-en-brasil-eric-nepomuceno#sthash.y5rdNPe2.dpuf
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar la atención: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. El impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Publicado el: 17 de octubre de 2013
Opinión: ¿Por qué las manifestaciones populares pierden fuerza en Brasil?
Integrantes del Black Bloc lanzan consignas, durante una protesta en apoyo a la huelga de los maestros, afuera de la Asamblea Municipal de Río de Janeiro, el 7 de octubre. Foto: Reuters

Eric Nepomuceno
Publicada el 14 de octubre en la versión impresa.
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar las atenciones: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. Así, el impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Suelen surgir en bandos de entre 100 y 200, principalmente en Río y Sao Paulo. Ropas negras, mochilas negras, máscaras negras, banderas negras y escudos de cualquier color, creados a partir de placas de publicidad o de paradas de autobús; caminan en bloque hasta que de repente se dispersan y empiezan a atacar sucursales de bancos, edificios públicos, comercios y luego lo que sea.
Son los black blocs y han comprobado su poder de llamar la atención. La gran prensa los califica de vándalos. Ellos se definen como anarquistas que luchan contra el sistema. ¿Cuál sistema? Ese que nos domina. Es decir, el capitalismo. De ahí la preferencia por los establecimientos bancarios, símbolo más visible del sistema.
En su más reciente irrupción en Río de Janeiro, el pasado lunes 7 de octubre, en poco más de dos horas atacaron 13 sucursales bancarias en el centro de la ciudad. Y, ya que de atacar al capitalismo se trata, también fueron destruidas y saqueadas tiendas de una operadora de telefonía celular, un local de McDonald’s, dos oficinas de compañías aéreas, dos bares, un restaurante, un número no contabilizado de quioscos de revistas y paradas de autobús, la cámara de concejales municipales, el teatro municipal (casa de ópera y música clásica) y, como daño colateral, porque así son las guerras, la fachada del consulado de Angola.
Era una marcha de profesores municipales y estatales, en huelga desde hace un mes contra la ausencia de una política educacional y principalmente laboral satisfactorias.
La radicalización de los sindicatos y la intransigencia de los gobiernos hacían prever una marcha tensa, pero los maestros hicieron gala del tan loado humor de los cariocas, y todo se deslizó pacíficamente hasta casi el final. Y entonces empezó la violencia, esta vez con derecho a transmisión directa por la televisión.
La actuación de los black blocs dejó de ser un fenómeno incipiente, como en las primeras manifestaciones de junio, para transformase en ingrediente indispensable en las marchas de protesta o reivindicación. La población de las grandes ciudades trata de decidirse entre seguir respaldando las manifestaciones y repudiarlas a raíz de la violencia y los actos de vandalismo.
Los black blocs no tienen liderazgo conocido, no envían mensajes a la opinión pública, no hablan con periodistas, no buscan dialogar con ninguna institución y no tienen otra organización que convocarse vía Internet.
Siguen a sus pares que actúan en otras latitudes, de Egipto a Grecia, de Estados Unidos a Turquía. No se trata de la violencia espontánea de grupos populares iracundos: dicen los que los estudian (porque ya los hay) que la violencia de los black blocs busca responder a la creciente insatisfacción global con los gobiernos y las economías de prácticamente todo el mundo.
Uno de esos estudiosos, Francis Dupuis-Déri, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Quebec, en Montreal, recuerda que las redes sociales permiten que se convoque y movilice a grupos rápidamente. La insatisfacción generalizada les abre espacio en las calles.
Los black blocs no tienen un líder o un representante para dialogar con el gobierno o las instituciones y, tanto antes como después de las manifestaciones, el grupo no existe.
Esa clase de manifestación ganó impulso en las protestas contra el capitalismo y el neoliberalismo, como en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle, en 1999, y en Roma, en 2001.
Los explicadores profesionales suelen encontrar respuesta para todo. Hablan de la creciente y justificada insatisfacción mundial con los gobiernos y con el sistema económico. Por cierto: la situación de los maestros municipales y estatales de Río merece toda insatisfacción posible. Pero la verdad es que la actuación de los grupos cuya dimensión es inversamente proporcional a su capacidad de violencia no hace más que vaciar la fuerza de las manifestaciones populares. Y además, abre espacio para la saña de la policía carioca que, nunca es demasiado recordar, es de las más violentas y corruptas del mundo.
Los black blocs brasileños ganaron visibilidad, por cierto. Pero han alejado parte sustancial de la opinión pública que llegó a ver, en las manifestaciones callejeras, por más difusos que fuesen sus propósitos, un espacio de crítica a la política y a las instituciones. Predomina, ahora, la imagen de la violencia por la ­violencia.
- See more at: http://indignados.jornada.com.mx/recientes/opinion-bfpor-que-las-manifestaciones-populares-pierden-fuerza-en-brasil-eric-nepomuceno#sthash.y5rdNPe2.dpuf
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar la atención: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. El impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Publicado el: 17 de octubre de 2013
Opinión: ¿Por qué las manifestaciones populares pierden fuerza en Brasil?
Integrantes del Black Bloc lanzan consignas, durante una protesta en apoyo a la huelga de los maestros, afuera de la Asamblea Municipal de Río de Janeiro, el 7 de octubre. Foto: Reuters

Eric Nepomuceno
Publicada el 14 de octubre en la versión impresa.
Luego de las manifestaciones que colmaron las calles de las principales ciudades brasileñas en junio y julio, parecía que las marchas seguirían hasta que algo ocurriese. Bueno, nada concreto ocurrió, y las marchas perdieron fuerza. Al mismo tiempo se registró otro fenómeno que pasó a ocupar las atenciones: grupos que salen a las calles destrozando todo lo que esté a su alcance. Así, el impacto de manifestaciones multitudinarias se desvanece mientras empieza a predominar el rechazo de la opinión pública a la actuación de grupos cuyos propósitos nadie parece entender.
Suelen surgir en bandos de entre 100 y 200, principalmente en Río y Sao Paulo. Ropas negras, mochilas negras, máscaras negras, banderas negras y escudos de cualquier color, creados a partir de placas de publicidad o de paradas de autobús; caminan en bloque hasta que de repente se dispersan y empiezan a atacar sucursales de bancos, edificios públicos, comercios y luego lo que sea.
Son los black blocs y han comprobado su poder de llamar la atención. La gran prensa los califica de vándalos. Ellos se definen como anarquistas que luchan contra el sistema. ¿Cuál sistema? Ese que nos domina. Es decir, el capitalismo. De ahí la preferencia por los establecimientos bancarios, símbolo más visible del sistema.
En su más reciente irrupción en Río de Janeiro, el pasado lunes 7 de octubre, en poco más de dos horas atacaron 13 sucursales bancarias en el centro de la ciudad. Y, ya que de atacar al capitalismo se trata, también fueron destruidas y saqueadas tiendas de una operadora de telefonía celular, un local de McDonald’s, dos oficinas de compañías aéreas, dos bares, un restaurante, un número no contabilizado de quioscos de revistas y paradas de autobús, la cámara de concejales municipales, el teatro municipal (casa de ópera y música clásica) y, como daño colateral, porque así son las guerras, la fachada del consulado de Angola.
Era una marcha de profesores municipales y estatales, en huelga desde hace un mes contra la ausencia de una política educacional y principalmente laboral satisfactorias.
La radicalización de los sindicatos y la intransigencia de los gobiernos hacían prever una marcha tensa, pero los maestros hicieron gala del tan loado humor de los cariocas, y todo se deslizó pacíficamente hasta casi el final. Y entonces empezó la violencia, esta vez con derecho a transmisión directa por la televisión.
La actuación de los black blocs dejó de ser un fenómeno incipiente, como en las primeras manifestaciones de junio, para transformase en ingrediente indispensable en las marchas de protesta o reivindicación. La población de las grandes ciudades trata de decidirse entre seguir respaldando las manifestaciones y repudiarlas a raíz de la violencia y los actos de vandalismo.
Los black blocs no tienen liderazgo conocido, no envían mensajes a la opinión pública, no hablan con periodistas, no buscan dialogar con ninguna institución y no tienen otra organización que convocarse vía Internet.
Siguen a sus pares que actúan en otras latitudes, de Egipto a Grecia, de Estados Unidos a Turquía. No se trata de la violencia espontánea de grupos populares iracundos: dicen los que los estudian (porque ya los hay) que la violencia de los black blocs busca responder a la creciente insatisfacción global con los gobiernos y las economías de prácticamente todo el mundo.
Uno de esos estudiosos, Francis Dupuis-Déri, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Quebec, en Montreal, recuerda que las redes sociales permiten que se convoque y movilice a grupos rápidamente. La insatisfacción generalizada les abre espacio en las calles.
Los black blocs no tienen un líder o un representante para dialogar con el gobierno o las instituciones y, tanto antes como después de las manifestaciones, el grupo no existe.
Esa clase de manifestación ganó impulso en las protestas contra el capitalismo y el neoliberalismo, como en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle, en 1999, y en Roma, en 2001.
Los explicadores profesionales suelen encontrar respuesta para todo. Hablan de la creciente y justificada insatisfacción mundial con los gobiernos y con el sistema económico. Por cierto: la situación de los maestros municipales y estatales de Río merece toda insatisfacción posible. Pero la verdad es que la actuación de los grupos cuya dimensión es inversamente proporcional a su capacidad de violencia no hace más que vaciar la fuerza de las manifestaciones populares. Y además, abre espacio para la saña de la policía carioca que, nunca es demasiado recordar, es de las más violentas y corruptas del mundo.
Los black blocs brasileños ganaron visibilidad, por cierto. Pero han alejado parte sustancial de la opinión pública que llegó a ver, en las manifestaciones callejeras, por más difusos que fuesen sus propósitos, un espacio de crítica a la política y a las instituciones. Predomina, ahora, la imagen de la violencia por la ­violencia.
- See more at: http://indignados.jornada.com.mx/recientes/opinion-bfpor-que-las-manifestaciones-populares-pierden-fuerza-en-brasil-eric-nepomuceno#sthash.y5rdNPe2.dpuf